Oremos con la Regla de la OFS
A los 30 años de su promulgación por Pablo VI
Señor, Dios nuestro, intentamos hacer presente el carisma de nuestro Seráfico Padre S. Francisco en la vida y en la misión de la Iglesia, de modos y formas diversas, pero en comunión vital recíproca. Con la Profesión nos comprometemos a vivir el Evangelio a la manera de s. Francisco y mediante nuestra Regla autenticada por la Iglesia (arts.1-3). Ayúdanos, te lo pedimos, para que cada día podamos:
- observar el Evangelio de nuestro señor Jesucristo según el ejemplo de s. Francisco, pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio (art. 4); buscar la persona viva y operante de Cristo en los hermanos, en la sagrada Escritura, en la Iglesia y en la Eucaristía (art. 5); hacernos testigos e instrumentos de la misión de la Iglesia entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra (art. 6); conformar nuestro modo de pensar y de obrar al de Cristo mediante un cambio interior radical que el mismo Evangelio llama "conversión", aprovechándonos del sacramento de la Reconciliación en el camino de renovación (art. 7); hacer de la oración y la contemplación el alma del propio ser y del propio obrar (art. 8); imitar la disponibilidad incondicional de la Virgen María a tu palabra y a todas tus llamadas (art. 9); cumplir fielmente con los compromisos propios de nuestra condición en las diversas circunstancias de la vida (art. 10); buscar el justo espíritu de desapego y purificar el corazón de toda tendencia y codicia de posesión y de dominio (art. 11); adquirir la pureza del corazón para entregarnos al amor de Dios y de los hermanos (art. 12); acoger a todos los hombres como don tuyo e imagen de Cristo (art. 13); ejercer con competencia nuestras responsabilidades en el espíritu cristiano de servicio (art. 14); estar presentes con el testimonio de nuestra vida humana y con iniciativas valientes en la promoción de la justicia (art. 15); considerar el trabajo como don y como participación en la creación, redención y servicio a la comunidad humana (art. 16); vivir el espíritu franciscano de paz, fidelidad y respeto a la vida, esforzándonos por hacer de ello un signo de un mundo ya renovado en Cristo (art. 17); - respetar a las otras criaturas, animadas e inanimadas, que "llevan el significado del Altísimo" (art. 18); ser portadores de paz y mensajeros de la perfecta alegría en toda circunstancia mientras que, injertados en la Resurrección de Cristo, tendemos con serenidad al encuentro definitivo con el Padre (art. 19). Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor y nuestro hermano. Amén.